dijous, 6 de desembre del 2007

Tres niños contraen la hepatitis C en la hemodiálisis de Vall d'Hebron

ÀNGELS GALLARDO
BARCELONA

Un error humano, o un imperceptible fallo en el protocolo de higiene, ha causado la transmisión en cadena del virus de la hepatitis C a tres pequeños de 3 a 12 años que asistían a sesiones de hemodiálisis en el Hospital Maternoinfantil de Vall d'Hebron, de Barcelona. El episodio aún no está cerrado. El hospital ha citado a otros 18 niños que recibieron diálisis en el mismo periodo que los anteriores y que pudieron haber sido igualmente infectados, pero solo ha analizado a 14, que están libres del virus. Cuatro familias todavía no han acudido al centro.
La dirección del hospital, que investiga la cadena de contagios desde hace semanas, descartó ayer que el incidente sea consecuencia de una negligencia del personal sanitario y atribuyó el episodio a un hecho accidental, debido a la potente y extensa ubicuidad del virus de la hepatitis C en las unidades de diálisis. "Es muy frecuente que el virus de la hepatitis C esté en las unidades de hemodiálisis, ya que entre el 10% y el 30% de quienes se dializan están infectados --sostuvo Magda Campins, responsable de Medicina Preventiva en Vall d'Hebron--. Ningún servicio de diálisis puede garantizar que no le pasará lo que ha ocurrido aquí".

EL CUARTO NIÑO
El foco inicial del contagio, detectado el pasado marzo en un niño de 3 años, se atribuye al instrumental de diálisis renal con que se estaba atendiendo a otro chico, de 15 años, --un cuarto infectado-- del que los médicos ya conocían su infección por hepatitis C. Este virus tiene un periodo de latencia de hasta seis meses, lo que explica que se esté citando a los niños dializados en el último año.
Las tres familias afectadas han sido informadas del contagio, aseguró Campins. No así el resto de los avisados, que han ido acudiendo al hospital convencidos de que se les requería por controles rutinarios. El virus de la hepatitis C puede permanecer en la sangre de los afectados, sin causar síntomas, hasta que alcanzan la adolescencia. Estos niños deberán recibir controles periódicos de su función hepática e iniciar un tratamiento con interferón una vez esta se desequilibre.
La hipótesis que más destaca entre las que se investigan sobre el brote infeccioso es la que apunta al uso compartido de una ampollita de antibiótico o heparina (anticoagulante) que se administró al primer infectado: tal vez una enfermera pinchó el tapón de goma del vial para extraer una porción de fármaco, repitió la operación al comprobar que la dosis era escasa y, más tarde, agotó el antibiótico --ya contaminado-- en un segundo niño.
O tal vez fue la acumulación de tareas que deben afrontar las dos enfermeras que atienden la sala de hemodiálisis infantil de Vall d'Hebron --dotada de cinco máquinas, con un niño conectado a cada aparato--. Sin darse cuenta, una mano enguantada pudo apretar la inyección en vena del primer niño con hepatitis, para acto seguido correr en ayuda de un segundo pequeño que llamaba y al que tocó con el mismo guante.
"La conexión entre el enfermo y la máquina es controlada escrupulosamente --reiteró Campins--. Tal vez este contagio se inició con un salpicado de sangre, que manchó alguna superficie, la contaminó y luego alguien puso la mano encima". "La investigación no está acabada --añadió-- y la explicación exacta de lo que ha ocurrido la desconocemos".
Los protocolos internacionales, vigentes en los hospitales españoles, obligan a aislar rigurosamente a los afectados por hepatitis C que necesitan dializar (filtrar y desintoxicar) su sangre porque sufren insuficiencia renal completa. Esas normas, extensivas a los niños, indican que el portador del virus debe recibir diálisis en una sala separada del resto de enfermos, con una máquina exclusiva para él y empleando agujas, pinzas, bandejas, gasas y guantes de un uso.
También se aconseja que, preferiblemente, los dializados que tienen hepatitis C sean atendidos por una enfermera destinada solo a ellos, un imposible en la mayoría de hospitales catalanes. La unidad de diálisis infantil de Vall d'Hebron no destina una enfermera en exclusiva para los portadores del virus hepático C, pero establece un cierto aislamiento de los infectados separándolos del resto con una mampara de plástico. El material no se comparte, pero las manos del personal sanitario, sí.

COMPENSACIÓN A LAS FAMILIAS
Las familias afectadas no han presentado ningún tipo de reclamación, si bien, según algunas fuentes, podrían haber sido objeto de una "anomalía importante" en el transcurso de un tratamiento hospitalario y, como tal, merecedores de algún tipo de compensación. Lo más probable, añaden, es que no demanden, ya que se les ha asegurado que el contagio atañe a los riesgos normales que sufre quien entra en un hospital.

el periódico

1 comentari:

Anònim ha dit...

Em sembla molt fort que aixó hagi passat en aquesta gran ciutat,Barcelona ,ja que en teoria es una ciutat cosmopólita i amb un gran desenvolupament tecnológic i científic la meva conclusió aquest comentari seria,vergonyós.